Un torneo épicamente heroico. Así se puede definir este título del Junior porque fue un campeonato donde empezaron mal, perdiendo en el Metropolitano por 0-3 en el clásico costeño, porque en la tercera fecha se fue su técnico, porque en los tres partidos de semifinales remó contra la corriente, porque jugó contra todo un país, contra toda la prensa. Sufrió, pero ese es mi Junior, nos tiene acostumbrados a hacerlo de esa manera, y gracias a eso, es que disfrutamos más esta séptima estrella.
A Cheché lo invitaron a tomar el timón de este barco debido a la prematura partida de Jorge Luis Pinto a dirigir a la selección de Costa Rica y no lo dudó. Tras la derrota ante el Real Cartagena, un 0-0 en Tolima y un 4-0 de locales ante el Quindío apareció José Eugenio Hernández y con él, el Junior logró una identidad. Salía en todas las canchas del país con el mismo esquema y la idea de ganar, y gracias a él logramos romper una racha de 26 partidos sin conocer la victoria como visitante. Se estrenó en Pereira, y fue triunfo tiburón con doblete de Cortés (1-2). Ese fue el primer partido en donde al rojiblanco le toco remontar un partido, una acción que se iba a convertir en costumbre a lo largo del campeonato, y que lo llevó a lograr una gesta extraordinaria. Luego vino Nacional quien logró sacar un punto del Metropolitano tras comenzar ganando. Se viajó a tierras antioqueñas, más precisamente al Polideportivo Sur para enfrentarse al Envigado. Los naranjas doblegaron al Junior por 2-0 y sembraron dudas en las toldas rojiblancas. Unas dudas que se iban a despejar cinco días después, cuando el Junior recibió a la Equidad y lo goleó por 3-0.
Ese día comenzó una racha de nueve partidos sin perder hasta que Cheché pensó que para Tunja era mejor llevar un equipo alterno. En ese período se le ganó al América en Cali con un solitario gol de Carlos Bacca que dejó al Junior como puntero. Luego visitaron la heroica, en donde Sherman abrió la cuenta pero les convirtieron un gol sobre la hora para poner el 1-1. Santa Fe arañó un punto de Barranquilla en la última jugada después de un gran partido que terminó 3-3. Empate a cero fue el resultado con Itagüí en un aburridísimo partido en el coloso de la ciudadela. Visitaron Neiva para jugar con el Huila, equipo al que derrotaron 2-3 para retomar el liderato. Un empate a dos como local con el Cúcuta (último en ese momento) siguieron alimentando las dudas que había entorno al equipo en sus participaciones como local. Viajó a Manizales, a visitar a su bestia blanca de las finales, en donde tiró de cantera para remontar el partido y con goles de Norvey Orozco y Jossymar Gómez ganó 1-2 después de estar más de 40 minutos con un hombre menos por la expulsión de Amaya. Le llegó el turno al DIM, que visitó Barranquilla y comenzó ganando, pero los curramberos le dieron vuelta en un partidazo que terminó 4-3 y en el que se recuerda el penal a lo Panenka de Bacca. Cuatro días después visitó al Chicó y cayó 3-0 en un desastroso partido con una nomina plagada de suplentes. Ese día perdió la punta. Volvieron a casa y con un 2-0 al Cali gracias a un doblete de Ruiz (sí, escuchó bien, Ruiz) retomó al primer lugar y se aseguró de una vez por todas la clasificación. La última fecha fue de trámite, y en Bogotá empató 0-0 con Millonarios, un punto que le permitió finalizar primero en el todos contra todos.
En los cuartos de final le toco el equipo de Tunja. En el primer juego en la capital boyacense el partido fue interrumpido luego del primer tiempo ya que un juez de línea fue golpeado con "una esquirla de pólvora". Sorpresivamente (o ni tanto) la Dimayor decidió solo darle un punto al Junior y no darle ninguno al conjunto ajedrezado, cuando todos pensaban (y ha debido ser) que los curramberos ganarían 3-0. En Barranquilla el conjunto local se vio con un 2-0 en contra a término de la primera parte, pero con más corazón que juego en el segundo tiempo logró empatarlo con gol de Bacca y el señor golazo de Vladimir Hernández que les sirvieron para avanzar a las semifinales, en donde Millonarios era su próxima cita.
En la ida el conjunto tiburón jugó su peor partido del torneo. Fue aplastado y cayó por 3-0 en una noche en la que el resultado pudo ser aún mayor si no es por la falta de puntería del cuadro embajador. En la capital ya veían a los azules como finalistas, con ese marcador (y con la serie de la Copa Colombia como fundamento) les parecía imposible no pasar de ronda y soñaban con una final cachaca. Pero no está muerto quien aún respira, y el Junior, molesto porque lo querían poner en K.O. antes del segundo combate, salió a devorarse la cancha. "Sí Se Puede" fue la frase más pronunciada durante los días previos al partido. De todas partes salían voces de aliento para Tu Papá y en gran parte gracias a eso, en Barranquilla logró ganar 3-0 con anotaciones de Juan David Valencia, Vladimir Hernández y ese gol de G10 que todos gritamos con el alma. Se alargó la serie hasta el punto del penal y aquí se erigió la figura de Viera, quien en el primer cobro a cargo de Mayer Candelo logró taparlo y así, convertir la tanda en un trámite que Bacca finalizó. Personalmente, fue la noche más hermosa que el fútbol me ha brindado. Bogotá lloraba y Barranquilla reía. Me gustaría saber que habrá dicho Meluk, el mismo periodista de El Tiempo que tildó al Junior de ser un equipo de mancos y de muertos, luego del partido.
Llegó la final, Once Caldas otra vez. El conjunto manizalita le arrebató dos títulos a los junioristas en el 2003 y 2009. Era la oportunidad perfecta para desquitarse. La serie se abrió en el Metropolitano, pero no todo comenzó como se esperaba. El blanco blanco se fue adelante en el marcador y tenía el partido 0-2 a su favor. Antes de finalizar el primer tiempo Bacca logró descontar de penal. Para el segundo tiempo el Junior salio con todo, y logro una vez mas darle la vuelta al partido. 3-2 fue el resultado final que los rojiblancos se llevaron para el segundo cotejo. Manizales era la última escala en busca del título. En el juego decisivo el árbitro Wilmer Roldán y sus asistentes tuvieron una actuación deplorable que casi les cuesta el título a los barranquilleros. Muchos fuera de lugares no pitados de los delanteros del Once Caldas (uno de esos provocó el tiro de esquina previo al primer gol), un fuera de lugar inexistente de Vladimir Hernández que privó al Junior de abrir el marcador, y en la última jugada quiso pitar un penal a favor de los locales, pero el juez de línea (en la única buena) había alzado la bandera indicando que la jugada ya estaba imposibilitada. Un 2-1 a favor de los dirigidos por Pompilio Páez llevó otra vez a la tanda de penales, una tanda que hubiera sido imposible si no fuera por las espectaculares atajadas de “San Viera”. Aquí apareció otra vez el ángel del arco, quien le detuvo el penal a John Freddy Pajoy, uno de sus verdugos en el partido, para poner arriba a su equipo en la tanda. Finalmente Guillermo Beltrán (el otro que le vulnero la valla durante los 90 minutos) la estrelló en el vertical para que se pudiera gritar la tan anhelada frase: "JUNIOR CAMPEÓN”