lunes, 8 de julio de 2013

Fútbol, guerra e Irak

Hace 10 años comenzó la guerra. Hace 10 años se les olvidó qué era patear un balón en las calles de su ciudad sin el constante miedo de que una bala les perforara sus sueños. Hace 10 años viven con recelo de que algo explote. Hace 10 años cambiaron las lágrimas de alegría por unas de dolor. Hace 10 años viven bajo la sombra de un conflicto que les quitó muchas cosas y que hoy apenas están terminando, como el fénix, de renacer sobre sus cenizas.




El jueves 20 de marzo del 2003 inició la Guerra de Irak, la cual, en resumen, se debía a que Estados Unidos acusaba al país asiático de poseer armas de destrucción masiva, de colaborar con el terrorismo y hasta de ser cómplice de los atentados de Estados Unidos. Más de 1 millón de muertos iraquíes son algunos de los números que dejó esta masacre que “finalizó” el domingo 18 de diciembre del 2011.

El fútbol no es excluyente a esto, y menos estos jóvenes. El mayor de este plantel nació el 24 de enero de 1993, es decir, tenía 10 años cuando estalló la guerra. Para el 2011, esta persona ya tenía 18 años, viviendo prácticamente la mitad de su vida sumido entre bombas y balas. El 75% de los jóvenes durante este periodo desertaron de la actividad escolar, y se dedicaron a la prostitución y el trabajo esclavo para poder ayudar a llevar el pan a su casa, más sabiendo que su padre (y también ellos) podía perder la vida en cualquier momento.

Cinco de estos jóvenes que hoy pelean sin armas en un campo de fútbol en Turquía jugaron el último partido de eliminatoria con la selección mayor. Cinco jóvenes que pueden no hayan estado en el 75% que dije anteriormente, pero de seguro que no podían patear un balón libre y felizmente como lo hacemos muchos de nosotros.

Pero eso no es todo. El fútbol está ligado al dolor desde mucho antes. Uday Husein, el hijo mayor de Saddam, era el presidente del Comité Olímpico local y de la federación de fútbol. Este torturaba a sus jugadores por cometer un error, empatar o perder un partido, como le pasó a Abbas Rahim Zair, quien después de fallar un penal en un encuentro de eliminatorias fue encerrado en una celda por tres semanas.  Con la muerte del hijo mayor de Saddam Hussein (2003), y con la de este mismo en el 2006, el fútbol tuvo un cambio drástico favorable para los iraquíes.

No creo sea coincidencia que la primera alegría llegó en el 2007, cuando se coronaron campeones, en plena guerra, de la copa asiática, su primer título oficial. Ese día a los hinchas no les importó la guerra ni las diferencias por la religión y salieron a celebrar. Lastimosamente no todos estaban en la misma tónica, y dos carros bombas les quitaron la vida a 50 personas que estaban felices por primera vez en mucho tiempo.

Hoy, en el 2013, 21 jóvenes, algunos de 16 años, que fueron privados de una gran parte de su niñez por la guerra, que solo conocen dolor, lagrimas y muerte, están dándole día a día una alegría inmensa a su gente, dándoles una razón por la que celebrar, saltar, llorar y abrazarse de emoción. Ellos están tocados por todo lo que vivieron, y se nota al momento de celebrar, como ondean su bandera, como quieren y sienten su camiseta. En el partido contra Corea, cuando hicieron el gol en tiempo extra, un jugador de Irak cayó derrumbado. No fue a celebrar con sus compañeros porque no podía. Me imagino yo que rompió en llanto y pensó en todo lo malo que le había pasado a su nación, y como ellos están ayudando a su gente sacándoles una sonrisa.


Ellos son un ejemplo de auto superación, y de cómo puede la unión de un país romper cualquier barrera. Pase lo que pase, sé que esto es un triunfo para ellos, ya que están poniendo los cimientos para lograr algo que todos quieren y es más importante que un mundial: reconstruir Irak.

Aquí es cuando te das cuenta de que el fútbol es más que un deporte o un juego, es una adhesivo , es un vinculo, es un medio, un vehículo, que si se usa para el bien, te dará cosas positivas. Y eso, eso amigo mío, es lo lindo del fútbol.