jueves, 8 de marzo de 2018

Muchas gracias por venir



Llegó a Barranquilla con gafas y camisa de botones. Parecía más modelo que futbolista, sin embargo el que conoce de fútbol sabía quién era. Parecía mentira que un jugador con sus números viniera a Junior a esa edad, joven. Era raro, pero los Char de vez en cuando sacan un conejo del sombrero. En esta oportunidad la idea era la Copa Libertadores.

Su primer partido fue en Magangué contra el Real Cartagena. Debutó en una cancha horrible y perdimos 4-2. Yo pensaba en la decepción ese día de él. Venir de jugar en Europa, semifinalista de Champions League, a un estadio como el Diego de Carvajal. Seguro por su cabeza se le pasó si había cometido un error. Si había tomado la decisión correcta de venir a esta calurosa ciudad, de pronto hasta desconocida, y que ya en una oportunidad le había jugado una mala pasada.

Ese primer semestre fue una decepción total. De seguro sus dudas se le incrementaron. Ya el sueño de Libertadores se esfumó. Ese que quizás le hubiera dado la posibilidad de saltar a un grande del continente o el volver a Europa. Aún más, su regreso a la Selección. Puf. Chao.

Pero bueno, ya estaba metido en este cuento, le estaban pagando muy bien, y la tenía que remar. La remó. Y la remó muy bien. No es un secreto para nadie, y creo que es imposible objetar, que él era el mejor en esos momentos. En una tanda de penales, nosotros siempre confiamos en que ese man tape uno. Si los que patean los hacen todos, nosotros ganamos. Lo sabemos.

¿Cuántos no gritaron sus tapadas? ¿Cuántos no se abrazaron cuando le tapó el penal a Mayer Candelo? ¿A cuántos no les devolvió el aire con ese manotazo salvador al jugador del Once Caldas que mandó el balón por arriba del horizontal? ¿Cuántos no empezaron a celebrar cuando se quedó con el cobro de Pajoy? Ese 2011 lo cerró con una estrella. Lo recuerdo llorando abrazado a Giovanni en la semifinal con Millonarios. Al final dijo que lo trajeron para ser campeones, y eso hizo.

Pues bien. Pasaban los años, perdimos finales, ganamos otras, dimos pena a nivel continental, llegamos lejos en otra. De todo un poco. Los jugadores iban y venían. Y él ahí. Atrás. Debajo de los tres palos. Ya con la banda de capitán en el brazo. Gritando. Apoyando al compañero. Motivando. Dando un espaldarazo. Siendo un líder. No por nada un equipo rival le dedicó un tifo.

Eso empezó hace ya casi siete años y medio. Hoy en día algunos lo critican. Dicen que ya no es el mismo, que ha bajado su calidad, que otros merecen el puesto. Para mi sigue siendo el mejor y lo dejo ahí, pero aquí no estoy para hacerle cambiar la opinión a nadie.

Aquí estoy para agradecerle, capi, por todos estos años de servicio, de lealtad. ¿Cuántos han venido y se han quedado tantos? ¿Cuántos teniendo la posibilidad de irse a otro club han decidido quedarse? ¿Cuántos extranjeros han durado tanto como él? ¿Cuántos se convierten en ídolos de verdad?

Yo a usted le doy las gracias por todo lo que ha hecho, por lo que le ha dado al club, por cómo ha sido, por cómo ha tratado la ciudad y por haberla apropiado, así como al Junior, a esos colores y ese escudo que tanto amamos. Gracias por ser un barranquillero y un juniorista más. Gracias por llevar la cinta con altura y quedarse.

Feliz cumpleaños, Viera. Muchas gracias por venir.