Es cierto que el torneo colombiano siempre ha sido raro y confuso en sus sistemas, pero desde hace diez años, en busca de hacerlo más entretenido se comenzaron a jugar unos torneos cortos (dieciocho fechas más la de los cuadrangulares y final para algunos equipos) cada seis meses con un nuevo campeón. Es decir, se reparten dos estrellas por año.
¿En qué les sirve esto a los clubes?, fácil. Si su equipo va mal en un semestre, simplemente compra varios jugadores y/o cambia de técnico ya que en pocos meses va a comenzar uno nuevo. Además, la gente deja de ir (porque hay muchos "hinchas" de moda) cuando van mal, así que no hay taquilla. Con el nuevo torneo todo comienza de cero, y se emocionan con los nuevos refuerzos y empiezan a dejar dinero en las arcas.
Los técnicos siempre están al borde de la cornisa. Unos partidos con malos resultados y chao. Los procesos ya no existen, exceptuando los de Alberto Gamero en Chicó y Alexis García en La Equidad, algo verdaderamente de aplaudir.
La liga colombiana pasó de estar rankeada entre las diez mejores entre 1996-2000 a estar decimoséptima en la actualidad (superada por algunas como la chilena, paraguaya, ecuatoriana, belga o ucraniana). Esto ha "ayudado" a que los jugadores colombianos emigren a cualquier liga enseguida llegue una oferta.
Además se ha convertido, como ya dije, en un premio a la mediocridad.
De los últimos veinte campeones solo seis quedaron primeros tras las dieciocho fechas. Cuatro veces el que clasificó de octavo en la última fecha logro alzar la copa. En el 2004 América terminó líder con 42 puntos y el Junior clasificó sufriendo con 28 puntos. Los tiburones fueron campeones.
Clasificar de primero o de octavos en el balompié colombiano se premia igual. El nivel del torneo ha bajado su rendimiento, se demuestra con los resultados en las copas internacionales y en los mundiales. La culpa no es de los clubes, es de los dirigentes de los equipos y de la federación, que por solo pensar en dinero, están matando al fútbol.