Algunas veces el deporte es
más que eso y se convierte en una herramienta para movilizar a un grupo de
personas. El deporte traspasa fronteras. Él no mira el color de piel, sexo,
partido político, religión o economía. Él está para unir a la gente, y eso fue
lo que sucedió en Sudáfrica.
Este país africano vivió por
muchos años una lucha para abolir la segregación que existía. Los blancos
tenían el poder. A las personas de color les tocaban las sobras de la raza
dominante. Pero todo eso cambio gracias al deporte.
Tras 28 años en prisión,
finalmente Nelson Mandela logró salir en 1990 para cuatro años más tarde ser
elegido presidente de la nación. Al año siguiente se iba a desarrollar en
Sudáfrica el mundial de rugby, un deporte exclusivo de los blancos. Mandela pensó que este podía ser el medio por
el que él podría llegar a la raza que gobernaba al país y de esa manera lograr
abolir el apartheid.
En la selección sudafricana
de rugby solo había una persona de color, una muestra de que a los negros y
mulatos no les interesaba este deporte. Tampoco sentían agrado por la bandera o
el himno. Más bien, trataban de separarse de las tradiciones de los blancos.
Mandela decidió llamar al capitán
del equipo, Francois Piennar, y explicarle lo que quería hacer. Les pidió a los
jugadores que se aprendieran el himno en lengua zulú, el idioma que
representaba a la raza negra.
Empezó el mundial y los
locales comenzaron a ganar, pero los habitantes de color seguían sin
interesarse en el suceso. A medida que iban avanzando de rondas se comenzó a
ver más interés del público negro en ver cómo le iba a su selección, llegando
este patriotismo a su punto más alto en la semifinal, cuando vencieron a Francia
agónicamente por 19 a 15.
Llegó la final. En frente estaba
Nueva Zelanda con su estrella Jonah Lomu, posiblemente el mejor equipo y mejor
jugador en la historia del deporte. Para este partido Nelson Mandela decidió ir
al estadio con una camiseta de los Springbok (selección de Sudáfrica) que tenía
el número 6, el de su capitán. 72,000 personas coreaban su nombre. Era algo
histórico.
¿El resultado? Sí, victoria
de Sudáfrica. Blancos y negros se unieron en un solo abrazo. Ese día no había
diferencias en el color, todos eran sudafricanos. Fue una victoria de Nelson
Mandela para Sudáfrica.
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