miércoles, 12 de diciembre de 2012

Gracias Miguel Calero

Hace una semana se fue uno de los mejores arqueros que dio nuestro país en la historia. Pero no solo fue eso, fue una grandísima persona que brindó muchas alegrías y en este texto pienso de alguna manera honrarlo.


Miguel Calero fue un excelente guardameta, quizás hay gente que no lo vea de esa manera porque al Cóndor le tocó peleársela con otros dos grandes, como lo fueron Oscar Córdoba y Faryd Mondragón. Sus voladas, sus reflejos y sus locuras son cosas que quedaran guardadas en las retinas de quienes solo logramos observarlo en los partidos de fútbol.

Pero saliendo de su profesión, Miguel fue una grandísima persona. Cuando estaba en el Sporting, y apenas daba sus primeros pasos en el profesionalismo, mandaba casi todo su sueldo a sus padres en su casa, como le confesó su ex compañero José Luis Hernández al colega Rafael Castillo del Diario ADN.

En Barranquilla, Calero comenzó a ser figura dentro y fuera de las canchas. En su paso por el Cali y Nacional siguió cosechando gloria, y dejó seguidores regados por doquier, pero en México logró su éxtasis futbolístico.

Más de 10 años jugando en el Pachuca, donde casi siempre fue titular, donde era el capitán, y donde fue el ídolo del equipo mexicano. Aquí ganó títulos nacionales e internacionales, se cansó de levantar copas, dar vueltas olímpicas y pudo bañarse en gloria.


Pero sus actuaciones no se concentraron nada más sobre el césped. Calero era un modelo a seguir para muchos niños, y él lo sabía. Una vez le prometió a un niño que sufría cáncer que se raparía la cabeza y nunca más dejaría que le creciera pelo, para apoyarlo no solo a él, sino a todos en su condición, y así fue.

Cuando sufrió la trombosis en el brazo muchos pensaban que no iba a volver a jugar fútbol, pero él volvió y pudo alzar dos veces más la Copa de Campeones de la Concacaf.


Siempre fue un luchador, nunca se dio por vencido, siempre quiso más, por eso al retirarse siguió trabajando con el Pachuca y tenía planes para el futuro.

Nunca escuche una crítica de él, y es que era imposible hacérsela, siempre fue un caballero. Lo despidieron como un ídolo, porque eso fue, y eso se lo ganó no solo por sus actuaciones en la cancha, pero por cómo era como persona.

Gracias Calero, por ser como fuiste, y por dejar en alto el nombre de Colombia.


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