sábado, 22 de junio de 2013

El León, la Bruja y el Junior

Al llegar al predio de Estudiantes en La Plata, le hablé al guardia en la entrada, quien tenía una camisa del equipo Pincharrata “si buenas, vengo a hacerle una entrevista a Juan Ramón Verón”, a lo que me pregunta “¿Bruja padre?”, le afirmo con la cabeza y él, como un reflejo instantáneo, dice para si mismo “que grande la Bruja”.

Camino unos 300 metros por el hermoso predio (algo que deben aprender los clubes en Colombia) hasta llegar a donde estaba entrenando el primer equipo. Desde la distancia distingo fácilmente a Duván Zapata. Al llegar, inmediatamente sale alguien del gimnasio y me lleva a mi destino. Al estar cara a cara con el ex delantero, y luego de saludarnos, me invita a la sala de prensa del club donde proseguimos a la entrevista. En el camino a dicha sala mezclaba los temas de conversación, pero siempre giraban en torno a tres cosas: Estudiantes, Junior y Barranquilla.

Al hablar se le nota cierta nostalgia, como si al responderme mis preguntas se subiera en un DeLorean y volviera a vivirlas. Esa misma nostalgia, mezclada con alegría, la repitió cuando le mostré la foto del trapo que hay en la tribuna sur del Metropolitano con su rostro. “Qué lindo, qué lindo” decía, mientras trataba de reconocer a quienes lo acompañaban a su lado desde la baranda del Coloso de la Ciudadela.

Al terminar la charla, y cuando se prestaba para tomarse la foto, casi que calculado, entraron tres personas. Una de ellas exclamó fuertemente y bastante pausado “señor Juan Ramón Verón, el más grande entre los grandes”, a lo que él respondió “grande él (señalándome), que me trajo está (mostrando la camiseta del Junior), mírenla que linda, los mismos colores de Estudiantes”.


Al caminar hacia la entrada donde tenía su carro parqueado seguimos charlando, de cómo le gustaba la ciudad, de que tenía apartamento en el Rodadero y casi siempre se iba cuando tenía día libre, de que a su esposa y a él les encantaba el clima de la capital del Atlántico; pero siempre tenía que interrumpir, ya que cualquier persona que se le cruzaba, así sea a 20 metros, lo saludaba. Desde los más chicos hasta los mayores. Todos saben quién es él, todos saben lo que logró, todos reconocen su grandeza. Sí, él jugó en Junior, los que no se sientan orgullosos empiecen a sentirse así. Dichosos mis abuelos, mi papá, y todos los que alcanzaron a verlo jugar en las gradas del Romelio Martínez. Yo no pude disfrutarlo en la cancha, pero solo leyendo lo que hizo y viendo el trato que recibe, me di cuenta de que no estaba caminando al lado de cualquier ex jugador, estaba caminando al lado de la ‘Bruja’ Verón.


"El recuerdo de siempre está en Barranquilla" - Juan Ramón Verón

Cuando el Junior estaba huérfano de títulos, la directiva trató de hacer magia y trajo a una bruja a la ciudad a que comandara al equipo. Una bruja que hechizó a una hinchada con sus goles, sus jugadas, sus gambetas, su cariño hacía ‘La Arenosa’ y su hazaña de lograr un campeonato como jugador y técnico al mismo tiempo. Hoy, 36 años después de la consecución de la primera estrella, el baluarte del equipo, Juan Ramón Verón, nos recibe en la ciudad de La Plata, provincia de Buenos Aires, en donde sigue ligado al fútbol trabajando para el club Estudiantes de La Plata. Muy gentilmente, sin poner ninguna clase de trabas, me atendió para hablar de cómo fue su paso por el conjunto rojiblanco y de todos los recuerdos que le dejó Barranquilla.


-¿Cómo llegó a Junior?
- Yo venía de Grecia, de jugar 3 años en el Panathinaikos, y regresé a Argentina con la idea de volver a salir, así que estuve un año en Estudiantes. Después de ahí ya se hicieron contactos y salí al fútbol de Colombia.

-¿Fue un disparo a ciegas?
- No, conocía a gente que estaba jugando en el Junior, a Julio Comesaña, iba de técnico Jose Varacka, y conocía a alguno de los jugadores que hacía parte de ese equipo, eso me dio algo de seguridad para ir. Después estuve hablando con el presidente del club, Fuad Char, y me dio esa suficiente tranquilidad de poder ir. Luego la confianza estaba siempre en uno, de que iba a hacer las cosas bien.

-¿Qué te imaginabas del club y de la ciudad?
-Nada porque no tenía conocimiento de ellos, de Colombia conocía Bogotá, Cali y Medellín pero nunca había estado en la Costa. Después de los primeros días me fui acostumbrando al clima, a la gente y me sentí muy cómodo.

-¿Te sorprendió lo que viste de la ciudad?
-La sorpresa no fue mucha. Yo llego un día a la noche, no se veía mucho, aparte era el aeropuerto que es una zona que no era la mejor. Al día siguiente ya ubicado donde me fui a vivir, sobre la calle 72, cerca del Hotel El Prado y el Romelio Martínez, ya ahí me pareció mucho mejor y nos adaptamos fácilmente.

-¿Cómo resume su paso por el Junior?
-El primer año fue irregular, hicimos un buen torneo apertura, luego se aflojó el equipo y en el hexagonal final no anduvimos todo lo bien que queríamos. En el segundo año ya el equipo se asentó más, se reforzó más y creo desde el principio ya teníamos la seguridad de que íbamos a pelear el título.

-¿Cuando se dio la renuncia de Varacka, a usted le ofrecieron ser técnico o le exigieron serlo?
-No, vino el presidente Fuad (Char) y era a la mitad del torneo finalización más o menos, estaba la posibilidad de traer un nuevo técnico o de ir yo como entrenador. Como yo ya conocía mucho a los compañeros acepté esa posibilidad y bueno, nos fue muy bien.

-¿Cómo se sintió en el rol de jugador y técnico?
- Es un poco extraño, pero yo creo que bien, con mucha ayuda de parte de los compañeros, de todos los de ese equipo y teníamos un muy buen plantel.

-¿Qué significó el título del 77 para usted?
-Fue lindo, el primero siempre tiene algo distinto. Después Junior salió más veces campeón pero yo creo que ese la gente lo vivió de una manera muy linda. Del aeropuerto hasta la ciudad tardamos un montón de tiempo, creo que fue toda la semana de fiesta, desde que jugamos el miércoles en Bogotá, regresamos el jueves así que hasta el domingo que fue el día del partido con Nacional, se vivió con mucha alegría. Ahí ya después ganamos y se festejó en casa.

-¿Qué se celebró más, el día que se coronaron campeones en Bogotá o el domingo cuando le ganaron a Nacional en el Romelio Martínez?
-Dejamos todo para el domingo en Barranquilla. En Bogotá había mucha gente de ellos (Santa Fe) y más allá de que había mucha gente de Barranquilla, nos pusimos de acuerdo y dejamos todo para el festejo del domingo que igualmente ya estaba todo preparado.

-¿Cómo eran los clásicos con el Unión Magdalena en el Romelio Martínez?
-La gente estaba muy cerquita, eran clásicos muy especiales, muy duros. Eran partidos difíciles para los dos y el público disfrutaba de eso.

-¿Cuál fue el compañero que tuvo en Junior que más lo marcó debido a su calidad?
-Teníamos un buen equipo, pasando por el arquero que era Delménico, pasando por los centrales Berdugo, Dulio Miranda, Reyes, Oscarcito Bolaños, Julio Comesaña y un grande que me acompañó mucho en el equipo fue Alfredo Arango, que fue uno de los grandes jugadores con los que tuve la posibilidad de compartir.

-¿Por qué salió de Junior?
-Creo que fue porque Junior pensó que no podía armar un equipo para afrontar la Libertadores, entonces los extranjeros prácticamente nos fuimos todos y uno que otro nacional. Se dio la posibilidad de ir a Cúcuta porque Camilo Aguilar, que había estado conmigo en el Junior, arregló con Cúcuta y me invito y bueno, fui e hicimos una muy linda campaña allá, en un equipo que estaba siempre último y anteúltimo, tuvimos la oportunidad de luchar hasta las finales y darle la posibilidad a un grande del fútbol, como fue Arnoldo Iguarán, de presentarlo en sociedad.

-¿Qué se siente ser uno de los ídolos del equipo?
-Es algo lindo. Lo que uno busca siempre cuando va a jugar a un equipo es eso, tratar de jugar bien, hacer las cosas bien y ser reconocido por la gente. Yo creo que lo más importante y lo más lindo de todo es eso, ser reconocido por la gente.

-¿Si Estudiantes de La Plata es su vida, Junior que es?
-Los colores son los mismos, prácticamente el mismo modelo de camiseta, más allá del calor de la gente, me hizo sentir muy bien, muy cómodo; el Junior fue mi otro equipo. Yo estuve en distintos lugares pero me sentí muy cómodo en Barranquilla donde cada vez que puedo me doy una vuelta.

-¿Qué encontraste en Junior que no viste en ninguna otra parte?
El calor de la gente. Yo creo que es importante el hincha, el afecto que te da, reconocen que uno se entrega por el equipo y que uno quiere ganar. Creo que se nos dio eso, una reciprocidad entre el hincha y mi persona y estaba muy cómodo.

-¿Qué recuerdos te trae el Romelio Martínez?
-Era muy lindo, era el estadio del Junior. Estaba todo muy cerca, la gente muy cerca, se vivía el partido de una manera distinta, prácticamente se escuchaba lo que hablaban los hinchas, estaba muy, muy cerca del campo. Siempre estaba lleno, la gente se volaba las paredes. Yo creo que para el equipo jugar de local era importante. No sé si en el tiempo que estuve habremos perdido más de un partido. El día que perdimos el invicto creo que jugamos de noche, eso ayudó un poco al equipo visitante. Era un estadio en donde nos hacíamos muy fuerte y le ganábamos a todos, no había un equipo que no fuera y perdiera ahí.

-¿Una anécdota de su paso para el Junior?
-De Barranquilla para mí todo siempre fue una anécdota, todo muy lindo. Me acuerdo que teníamos un equipo de fútbol 5 con Fuad Char, Edgar Perea, Othon Da Cunha. Nos reuníamos, jugábamos a la noche y disfrutábamos. Yo la pase muy bien en Barranquilla y estuve a punto de quedarme a vivir. No me quedé porqué mi hija, que nació en Cúcuta, no se adaptaba al clima de Barranquilla. Era muy chiquita y estaba constantemente en tratamientos médicos y ya uno por los hijos cambia la opinión. Tuvimos que volvernos y me quedé con las ganas de vivir un rato más en la ciudad.

-Las nuevas generaciones crecimos con el mito de que usted le dijo a su hijo Juan Sebastián que jugará en algún momento en el Junior, ¿lo desmiente o lo afirma?

-Él pudo haber jugado, creo que el que se arrepiente mucho de eso es Fuad Char. Cuando Juan Sebastián tenía 17-18 años estuvo a punto de ir a jugar allá, unas diferencias económicas y no se dio, pero sí pudo ir a jugar allá. Él se crió allá, dio sus primeros pasos, compartía horas de juego con Santiago Solari; la pasaron bien de chicos, estábamos muy cómodos, muy bien. El recuerdo de siempre está en Barranquilla.