Ya pasó una semana desde el resonante triunfo de la
selección Colombia, pero no quería dejar pasar la oportunidad para hablar del
juego desplegado por el equipo de Jose Pékerman y unirme a los tantos halagos
que ha recibido por parte de la prensa nacional e internacional.
Una cosa es ganar, y otra es ganar jugando bien. La tricolor
hizo esta última. Ante la encopetada Uruguay en Barranquilla arrasó. Fue mucho
más de principio a fin, con toque, efectividad a la hora de definir, seguridad
en la defensa y volvimos a tener en Macnelly Torres al jugador encargado de conducir
al equipo, o en el samario Aldo Leao Ramírez, quien dio cátedra de pases en
Santiago.
En Chile las cosas parecían iban a ser más difíciles. Un
rival que venía de descanso, estaba de local y siendo un equipo contundente.
Desde antes del pitazo inicial Pékerman empezó a ganar el partido. No se
acobardó, como hacen muchos técnicos en el país, y en la capital chilena salió
con prácticamente el mismo equipo que goleó en Barranquilla. Sabía que podía
ganarlo y no quiso jugar a defenderse; eso no va con él.
Colombia se lo creyó, y desde el comienzo salió a atacar a
los dirigidos por Claudio Borghi. Eran mucho más los nuestros, y aunque
sorpresivamente se vieron abajo en el partido, luego lograron remontarlo
jugando muy bien.
Es cierto que los que juegan son los jugadores, pero en
estas dos victorias tuvo mucha influencia el técnico. Ese mismo que todos
criticábamos porque entrenaba a puertas cerradas, porque jugaba contra Guyana,
porque usaba las fechas FIFA para entrenar en Madrid y jugar con las inferiores
del Atlético de Madrid. Sí, ese mismo que no daba conferencias, que le ganó a
Perú con mucha suerte y perdió con Ecuador dando una mala imagen, que convocó a
Valencia cuando nadie lo conocía y terminó siendo una de las figuras.
Bueno, ese mismo entrenador fue el que le cambió la cara a
esta selección Colombia y le devolvió la identidad que ganó en los noventa.
Supo cómo usar a nuestra gran figura Falcao, le dio a Teo la confianza que
necesitaba para que brillara con la camiseta amarilla, tuvo el coraje de salir
a jugar afuera como si estuviera de local y muchas otras cosas. Ese, el
argentino José Néstor Pékerman es el que nos tiene con pie y medio en el mundial.
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