Algunas historias en el fútbol son verdaderamente
fantasiosas, pero la de Carlos Henrique Raposo supera a la obra entera de los
Hermanos Grimm.
Este brasileño es el mejor no-jugador que existió en la
vida. Sin tener ninguna habilidad para jugar fútbol, este “delantero” se las
ingenió para firmar contratos con el Palmeiras, Botafogo, Vasco da Gama,
Fluminense, Flamengo, entre otros. ¡Hasta logró llegar a Europa sin saber
patear una pelota! Pinocho y Leonardo Di Caprio en “Atrápame si puedes” se
quedan cortos al lado del "Forrest Gump del fútbol brasileño" como lo llaman sus amigos. Esta es su historia.
Carlos Kaiser, como era conocido, quería tener la vida de un
futbolista, pero sin jugar, quedando solo las mujeres, el dinero y la fama.
Debido a su nula destreza con el balón, el encontró una forma de hacerlo. Se
hizo amigo de los mejores jugadores brasileños de esta época (alrededor de los
80) como Romario o Edmundo, y les pedía que cuando firmaran un contrato con un
nuevo club, convencieran a los directivos de darle un contrato de prueba por
tres meses. Como no había YouTube, ni DVDs con las mejores jugadas, ni tantos
representantes, los clubes le creían.
Kaiser (izquierda) con Renato Gaucho y Gaucho en Carnaval de Río.
Al llegar, decía que venía de una lesión, que necesitaba un
tiempo para ponerse bien físicamente, entonces duraba un mes trotando alrededor
de la cancha. Después, cuando ya estaba bien, en el primer entrenamiento, a la
primera bola que tocaba, se “lesionaba”. Se retorcía de dolor en el piso, y
como en los clubes no había las tecnologías médicas de ahora, tocaba creerle,
además porque tenía un amigo dentista que le conseguía notas falsas.
“Yo le pedía a alguien
que levantara el balón al área y le erraba al balón. Ahí sentía el posterior
del muslo, me quedaba 20 días en el departamento médico. En esa época no
existía la resonancia (magnética). Y cuando la cosa se iba poniendo pesada para
mi lado, tenía un dentista amigo que me daba un certificado de que tenía algún
problema. Y así la iba llevando”.
En cada equipo se volvía muy amigo de sus compañeros. Además
de ser buena persona y lograr hacer fácilmente amistades, les conseguía mujeres
para meter en el hotel, ya que no podían salir de ahí en concentración. Ellos,
como forma de pago, le encubrían y ayudaban en su mentira, como explica Renato
Gaucho: “en el entrenamiento acordaba con un colega ‘en la primera jugada golpéame
porque tengo que ir al departamento médico’”.
También era muy amigo de la prensa, a la que le pasaba
información y le regalaba camisetas y demás. Debido a esto, los periodistas
nunca hablaban mal de él y hasta lo ayudaban, como la vez que publicaron su
llegada a un equipo con el titular “Bangu
ya tiene su Rey: Carlos Kaiser”.
Una vez, mientras estaba en el Botafogo, tenía un celular
(un lujo para esa época) y fingía hablar con alguien en inglés, que le estaba
ofreciendo irse para otro equipo. En un descuido lo dejó por ahí, y el médico
del equipo se dio cuenta que era un celular de juguete. Le tocó irse a otro
club.
Otra de sus mejores actuaciones fue cuando estaba en el
Bangu (Brasil) y que tras hacer su primera fase de recuperación, el técnico le
dijo que iba a ir al banco de suplentes, aun sin haberlo visto entrenar. Los
hinchas estaban insultando a los jugadores y al entrenador ya que el equipo
perdía, en esas Kaiser, que iba a entrar, empieza a pelear con los hinchas y lo
expulsan. En el camerino el presidente, enojado, le recriminó su acción, a lo
que él respondió “antes de que digas
algo, escúchame. Dios me dio un padre, quien murió. Pero me dio otro - apuntando
al entrenador -. Y nunca voy a permitir
que nadie le diga a mi padre que es un ladrón. Pero los hinchas estaban
diciendo exactamente eso. Por eso fue que intervine”. Con eso se ganó al entrenador, Castor de Andrade, quien le dio un beso en la frente, lo invitó de
viaje, y le renovó por seis meses.
Y así pasó, de un club a otro, llegando a
jugar en México (El Paso Patriots), Estados Unidos (Puebla) y hasta en Francia, donde duró varios años en
las filas del Ajaccio de la segunda división. Aquí el día de su presentación,
ante muchos hinchas que querían ver al gran goleador en acción. Kaiser pensó
rápido y comenzó a tirarles los balones a las gradas como regalo al tiempo que saludaba
y besaba el escudo. Se ganó el cariño de los fanáticos, pero a la hora de
mostrar lo que "sabía" hacer, no había más balones. Debido a esto, el entrenador lo
puso a hacer ejercicios físicos, algo en lo que sí era bueno porque era lo
único que hacía.
Aquí sí le tocó jugar, de a 20 minutos,
en donde nunca hizo un gol, pero no le imposibilitó seguir en el club donde
finalmente colgó los botines a los 39 años y regresó a Brasil como el gran
delantero que nunca marcó un gol tras una carrera de más de 20 años y que jura y re-jura haber jugado en Independiente de Argentina y ser campeón Intercontinental en 1984, aunque es mentira.
Kaiser dice que no se arrepiente de nada,
ya que “los clubes ya han engañado tanto
a los jugadores, alguien tenía que vengarse por todos ellos” y dice que se
arrepiente de no haber llevado las cosas en serio, ya que hubiera llegado más
lejos, “si hubo alguien a quien perjudiqué
toda la vida fue a mí mismo”.
Definitivamente un crack, y a diferencia
de Di Caprio (?), este hombre sí merece un Óscar (no tiene nada que ver, solo
le quería hacer bullying a Di Caprio).
que pirobo tan lok jajaj
ResponderEliminarEL PUTO AMO!!!!!
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