Hace unos meses escribí una columna sobre la mediocridad del
torneo colombiano, argumentando el porqué de mi pensamiento. Hoy no estoy aquí
para hablar sobre una reflexión en el caso, si no para decir que, sin importar
la mezquindad de nuestro fútbol, este es impresionantemente atractivo y
atrapante.
No hay un solo semestre, desde que se crearon los torneos
cortos, en donde uno no esté pegado a la última fecha, viendo el minuto a
minuto de todos los partidos y que sufra por la clasificación de su equipo. No
hay cosa más emocionante que estar escuchando por radio el partido de tu
preferencia y que de pronto, sin aviso alguno, otro periodista se meta a avisar
que hay gol en tal parte y a explicar cómo este modifica la tabla. Cuantas
veces no celebre con mi papá de esta manera.
En el país del Sagrado Corazón nosotros permitimos que un
equipo que llega a la última fecha con nada más cinco partidos ganados tenga
posibilidades de clasificarse a los cuadrangulares.
También se han dado casos en donde los equipos convierten
goles en el último suspiro que les permiten clasificarse, como pasó en el torneo
pasado. Patriotas ya celebrara su entrada entre los ocho mejores del país, pero
apareció un cabezazo del jugador del Pasto, Mauricio Mina, al minuto 92 para
robarle el puesto a los boyacenses por mejor diferencia de gol. Luego los
pastusos llegaron a la final.
O en el 2005 cuando el delantero del Junior Luis Cassiani
marcó un agónico gol en Medellín ante Nacional para darle el triunfo por 1-0 a
su equipo, clasificar a los tiburones y eliminar a los verdes en lo que fue
seguramente el cierre de torneo más apasionante en la historia.
Y qué decir de las finales. Posiblemente la de Junior y
Nacional en 2004 es la más recordada, con ese gol de Walter Ribonetto sobre el
final que llevó el partido a penales. O la del año pasado entre barranquilleros
y manizalitas.
Aparte también tenemos en los jugadores colombianos a unos
profesionales que, como dice el dicho, “patean más que nevera vieja”. De donde
sea sueltan un zapatazo y muchas veces nos regalan unos golazos que sorprenden
y causan admiración.
Repito como dije hace unos meses, el fútbol colombiano
premia a la mediocridad por el afán de ayudar a los clubes en lo económico,
pero en su contra parte, hace que nuestra liga sea atractivamente única
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