Duele pero es la triste realidad, de una región que los encargados de la formación deportiva hacen poco y nada. A los deportistas les toca sudársela, pero no por los entrenamientos, sino porque les toca buscar escenario deportivos, ayuda con los materiales, equipamientos, viáticos y quizás algún premio por los logros conseguidos para el departamento.
Muchos han sido los casos de deportistas que se van a representar a un departamento ajeno porque en el suyo no lo acobijaron como si lo hicieron otros, como el caso del vallista olímpico samario Paulo Villar, quien le toco armar su maleta e irse a defender a Antioquia, donde si se interesaron en él, y donde están los mejores escenarios deportivos del país.
O el taekwondista Óscar Muñoz que logró medalla de bronce los pasados Juegos Olímpicos de Londres. Nacido en El Difícil, Magdalena, pero criado en Valledupar, este joven entrena en un gimnasio con lo más elemental, lo básico, y obvio, pagado por él.
Pero esto también se ve reflejado en el fútbol. Este año el Real Cartagena descendió a la Primera B, dejando huérfano al Junior en la máxima categoría. El Unión Magdalena no logró ascender y sigue su travesía en la segunda división. Los manejos en las inferiores son muy cuestionables, y aunque los rojiblancos han sacado jugadores de exportación últimamente, no los excluye de estos malos manejos. ¿Cómo es que jugadores costeños como Freddy Montero o Michael Ortega se tengan que ir a las inferiores del Deportivo Cali porque no tenían oportunidad en Barranquilla? ¿O que a Luis Fernando Muriel lo cambien por un CD original de Iván Villazón?
Y para tener en cuenta, los casos que di de los deportistas que se han ido, fueron a parar en el Valle del Cauca y Antioquia, los dos departamentos con más títulos en las justas nacional (7 ambos).
Pareciera que en la costa nada más interesa que ingrese dinero a costillas de las playas y de los puertos, pero es hora de meterse la mano al bolsillo. Los mandatarios siempre prometen y dicen que los niños son el futuro, que el deporte aleja a los jóvenes de los vicios, pero tristemente, todo se queda en palabras.
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