jueves, 7 de agosto de 2014

Felices 90 años mi Junior

A menudo le doy gracias a Dios por haberme dado el privilegio de nacer en Barranquilla, y no lo hago porque lo considere el mejor vividero del mundo, o por la gente barranquillera, lo hago porque me permitió apropiarme de una herencia cultural llamada Junior. Con lo futbolero que soy me da miedo haber nacido en otra ciudad y ser del equipo de ella, porque la verdad amigo mío, no hay cosa más linda que ser de Junior.

Los hinchas rojiblancos tenemos un dicho que más que eso, es una realidad: “si no se sufre, no es Junior”. Creo que solamente la muerte es más verídica que eso. El sufrimiento y la querida de Barranquilla van agarrados de la mano siempre, se casaron en 1924 y llevan 90 años de feliz (aunque con peleas) matrimonio.

Junior me ha hecho llorar y me ha hecho reír, me ha dado alegrías y me ha dado tristezas, me ha dado noches de parranda y otras de tristeza y puños a la pared. Junior me dio una casa, me dio una familia numerosa la cual siempre tiene un representante en cualquier parte del mundo. Junior me presentó una de las sensaciones más hermosas que puede existir, y es esa de abrazarte con alguien mientras gritas de emoción por algo. Junior en parte moldeó mi futuro, porque una de las principales razones por la cual estudié periodismo deportivo tiene un escudo a rayas rojas y blancas con 7 estrellas.

Recuerdo la final contra La Equidad en 2010. Era miércoles, me graduaba del colegio en una semana y todavía no había podido recuperar Química. Era la semana definitiva de recuperatorios, y el jueves tenía la milésima oportunidad, y posiblemente la última, para recuperar la materia y poder recibir mi diploma en la ceremonia. Creo que hice lo que hubiera hecho cualquiera: me llevé las hojas al estadio y estudié allá. Junior campeón y graduado. Arriesgado, pero mejor no pudo haber salido.


Un sinfín de recuerdos que giran en torno al tiburón. Creo que todos nos acordamos cual fue la primera camiseta que tuvimos, nuestro debut como hinchas en el Romelio o Metropolitano, un golazo o un partido que presenciamos, y alguna experiencia que nos marcó para toda la vida.

Los estudios me alejaron de Barranquilla y de mi Junior, pero el sentimiento sigue latente, y lo seguirá, y aunque esté lejos cada día lo siento más, como muchos, porque los hinchas de papá somos muy pasionales.

A veces pienso que mi vida fuera mucho más tranquila si no fuera por el Junior, pero gracias a Dios que estás en ella. Pasan los jugadores, pasan los años, pero el sentimiento es lo que perdura en el tiempo, y lo que mantiene vivo al equipo, porque esto es más que un simple equipo.

Nos has regalado la posibilidad de noches mágicas, de ver desfilar a grandes artistas, de saber que los sueños se hacen realidad, de conocer la derrota y de cómo levantarnos.  Nos  enseñaste que en la vida no todo es fácil, que hay que luchar para lograr las cosas, y que uno jamás debe rendirse.

Por esto y por muchas cosas más, hoy en tu cumpleaños te doy las gracias por dejarme conocerte y amarte, por enseñarme tantas cosas, y le pido a los dioses del fútbol que te den muchos años más de existencia, porque la verdad, no sé qué sería de mi vida sin ti.