martes, 8 de mayo de 2012

Hora de decir adiós


Juntos, como muchas veces en la selección, dos grandes defensores decidieron que era hora de despedirse de sus clubes.
Sus hinchas les rindieron un gran homenaje en las que fueron sus casas por muchos años. Hoy, yo les rindo uno pequeño a continuación.
El primero en decir adiós fue Luis Amaranto Perea. El jugador del Atlético de Madrid se convirtió en un símbolo colchonero. Fue el extranjero con más presencias en el conjunto español (314) y a pesar de ser muchas veces criticado; por su seriedad y compromiso logró mantenerse ocho años como titular en su club.
Rápido en los cierres, este paisa tuvo un comienzo futbolístico milagroso, de esos que solo pasan en las películas.
Un día un directivo del Independiente Medellín pasó por una cancha de barrio y vio un partido cualquiera. Se detuvo un rato y se percató de un joven moreno con buena altura y juego. Pocos días después se lo encontró en los alrededores del Atanasio Girardot vendiendo helados y lo invitó a probarse en las arcas rojas. Inmediatamente convenció al técnico y comenzó su carrera.
Emigró a Boca Juniors de Argentina y en una temporada ganó un torneo local, una Copa Libertadores y una Intercontinental.
Partió al ya mencionado Atlético Madrid, en donde se coronó campeón de la Supercopa de Europa y la Europa League, torneo que puede repetir en el día de mañana.
Por su parte, Iván Ramiro Córdoba se inició en el Deportivo Rionegro para luego pasar al Atlético Nacional. Un par de temporadas en el conjunto verde le ayudaron para vincularse al San Lorenzo de Almagro. Un solo año en Argentina le sirvió para que el Inter de Milán desembolsara 16 millones de euros por él.
En el Inter logró cuatro copas de Italia, cuatro supercopas italianas, cinco ligas, una liga de campeones y un mundial de clubes en los 13 años que estuvo en el conjunto italiano. Dijo adiós con una victoria ante el Milán.
Además de todo esto, Córdoba fue por muchos años el capitán de la Selección Colombia, jugó el Mundial de Francia 1998 y alzó el título de la Copa América del 2001 marcando el único gol de la final.
Dos emblemas nacionales que debido a su seriedad y compromiso han sido siempre respetados en sus clubes (son vice-capitanes), dejaron el nombre del país en alto y abrieron las puertas para otros jugadores. Unos ejemplos a seguir, y para nosotros, un privilegio haberlos visto jugar.

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