Se me ocurren tantas palabras a la vez para expresar este
sentimiento, pero ninguna es suficiente. Ninguna tiene la suficiente carga
semántica o emocional justa para describir lo que sucedió con el señor Alexis Mendoza.
Desde su primer día en este ciclo como DT aquel 19 de noviembre del 2014 fue
un señor. Desde ese día que firmó el contrato hasta el martes. Hasta el martes, un día
después de que el señor Fuad Char le lanzara todos los muertos que él, en cabeza de la
directiva, lleva acumulando. Hasta el martes cuando, a pesar de que ya tenía su
decisión tomada, fue al entrenamiento, lo dirigió, no le dijo nada a sus
muchachos, dio declaraciones a la prensa tranquilamente, y se fue a casa.
“Se perdió todo: el respeto, la dignidad...” alcanzó a decir
Mendoza esa tarde. Y sí, eso pasó. Eso pasó hace mucho, pero él, con su
habitual humildad y caballerosidad, siempre le puso el pecho a la situación. Lo
hizo por él, por sus jugadores y por su equipo. SU equipo. Tal vez fue eso. Por no armar
problemas, fue que sucedió esto. Qué ironía.
No me voy a poner aquí a hablar de puntos, títulos, finales, estilo de juego ni nada de eso. Entre gustos no hay disgustos, dirán algunos. Aquí hablamos es
del trato recibido. De alguien que no lo merecía. De alguien que entregó todo y
recibió muy poco.
El barómetro de odio hacia Alexis fue bajando. Cada vez era
menor. Atrás quedó el partido de los cuatro extranjeros. Atrás quedaron la
catarata de insultos y los pedidos de renuncia, que si bien yo no entendía, como dije, no
estoy aquí para eso.
De a poco las personas fueron creyendo en él, en su trabajo,
en lo que quería brindar y podía. Muchos no se dieron cuenta que hizo mucho con
poco. El resto, se dio cuenta ahora.
Eso es lo único que me da una mínima felicidad en este mar
de vergüenza y tristeza. Que finalmente la gente reconoció lo hecho por Alexis,
y que el trato que recibió no se lo merece nadie, mucho menos alguien que fue
un señor con el Junior y Barranquilla.
Hubiera querido que se quedara por mucho tiempo, que hiciera un proyecto a largo plazo que seguro nos beneficiaría. Lástima que algunos no piensen así. Creo que por eso estamos como estamos.
De verdad que muchas gracias ‘profe’. Espero que en su
próximo equipo le vaya muy bien (seguramente así será). Gracias por renunciar y no cambiar de opinión.
Lo pisotearon, pero usted supo cuando y como poner el freno. Se fue sin
insultar, sin ofender y con la cabeza en alto, como un caballero. De nuevo
gracias, y perdón.
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