jueves, 21 de julio de 2016

Vete Alexis, el Junior no te merece



Se me ocurren tantas palabras a la vez para expresar este sentimiento, pero ninguna es suficiente. Ninguna tiene la suficiente carga semántica o emocional justa para describir lo que sucedió con el señor Alexis Mendoza.


Desde su primer día en este ciclo como DT aquel 19 de noviembre del 2014 fue un señor. Desde ese día que firmó el contrato hasta el martes. Hasta el martes, un día después de que el señor Fuad Char le lanzara todos los muertos que él, en cabeza de la directiva, lleva acumulando. Hasta el martes cuando, a pesar de que ya tenía su decisión tomada, fue al entrenamiento, lo dirigió, no le dijo nada a sus muchachos, dio declaraciones a la prensa tranquilamente, y se fue a casa.

“Se perdió todo: el respeto, la dignidad...” alcanzó a decir Mendoza esa tarde. Y sí, eso pasó. Eso pasó hace mucho, pero él, con su habitual humildad y caballerosidad, siempre le puso el pecho a la situación. Lo hizo por él, por sus jugadores y por su equipo. SU equipo. Tal vez fue eso. Por no armar problemas, fue que sucedió esto. Qué ironía.

No me voy a poner aquí a hablar de puntos, títulos, finales, estilo de juego ni nada de eso. Entre gustos no hay disgustos, dirán algunos. Aquí hablamos es del trato recibido. De alguien que no lo merecía. De alguien que entregó todo y recibió muy poco.

El barómetro de odio hacia Alexis fue bajando. Cada vez era menor. Atrás quedó el partido de los cuatro extranjeros. Atrás quedaron la catarata de insultos y los pedidos de renuncia, que si bien yo no entendía, como dije, no estoy aquí para eso.

De a poco las personas fueron creyendo en él, en su trabajo, en lo que quería brindar y podía. Muchos no se dieron cuenta que hizo mucho con poco. El resto, se dio cuenta ahora.

Eso es lo único que me da una mínima felicidad en este mar de vergüenza y tristeza. Que finalmente la gente reconoció lo hecho por Alexis, y que el trato que recibió no se lo merece nadie, mucho menos alguien que fue un señor con el Junior y Barranquilla.

Hubiera querido que se quedara por mucho tiempo, que hiciera un proyecto a largo plazo que seguro nos beneficiaría. Lástima que algunos no piensen así. Creo que por eso estamos como estamos.


De verdad que muchas gracias ‘profe’. Espero que en su próximo equipo le vaya muy bien (seguramente así será). Gracias por renunciar y no cambiar de opinión. Lo pisotearon, pero usted supo cuando y como poner el freno. Se fue sin insultar, sin ofender y con la cabeza en alto, como un caballero. De nuevo gracias, y perdón.

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