Desde tiempos remotos el hombre tiene una
afición para poder volar y tocar el cielo con las manos. Así como casi lo logra
Ícaro o como nos invita Red Bull, pero ¿quien dice que el hombre no lo ha hecho?
¿Quien niega que Ghiggia no tocó el cielo con sus manos
cuando marcó el gol de la victoria en el Mundial de Brasil de 1950 en el mismísimo
Maracaná?
¿O en el 68, cuando Ramón Rodríguez puso el 2-2
entre el Unión Magdalena y el Cali para darle el título al ciclón?
¿O hay alguien que no esté de acuerdo en que
Maradona sacó alas en el Mundial de México 86 para, primero, hacer un gol
eludiendo a todo el seleccionado ingles y luego hacer otro que le premió con el
apodo de la mano de Dios?
¿Y Freddy Rincón, cuando en el Mundial de Italia 90,
acompañado de unos semidioses y con la narración de William Vinasco, que nos
sabemos de memoria, puso a volar a un país?
¿También Mackenzie, quien en el 93 en el último
suspiro del partido puso el 3-2 a favor del Junior ante el América y así
quitarle el título que ya celebraba el Independiente Medellín y dárselo a los
barranquilleros?
¿O en el 97, cuando Edgar Rentería conectó un
imparable que provocó que llegara a primera base flotando?
¿O en el 2004, cuando Viáfara metió ese zapatazo en
la final de la Copa Libertadores, ante el todo poderoso Boca Juniors, que gracias a la actuación de Henao, Once Caldas
se quedó con el torneo?
¿Y en el 2009 cuando Iniesta sacó un derechazo del
alma para clavarle ese gol en el ángulo al Chelsea y volar a Moscú?
¿U otra vez Iniesta, cuando en Johanesburgo ya todo decía
que iba a haber penales, volvió a conectar una pelota con más corazón que
cabeza y puso a volar a millones de españoles?
¿O en el 2011 cuando Giovanni Hernández puso el 3-3
en el global del Junior ante Millonarios y que después, con el penal atajado de
Viera a Candelo, los tiburones llegaron a la final contra todos los pronósticos?
Ahora dígamelo usted, si nunca en su vida ha hecho
una proeza practicando algún deporte, en un video juego o en una calificación
de colegio que lo hizo sentir el rey del mundo, estar en la cima del Everest,
sentirse la última Coca-Cola del desierto. Sentir que esta volando.
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